Reseña: La ciudad del fuego eterno, de Samuel Vargas Martínez.

Al noroeste, en una de las costas más peligrosas de todo el continente, se encontraba la ciudad de Flergen. Construida en el fragmento de un asteroide caído milenios atrás, daba cobijo a una de las mayores poblaciones de la región. O al menos lo hacía, hasta aquel día. Aquel día… todo cambió.

Las llamas aparecieron de la nada. Fugaces, azules, inconmensurables. Nada pudieron hacer por apagarlas. Eran unas llamas eternas.

La penúltima ciudad que se resistía a alejarse de los mares había desaparecido. Ahora, solo quedaba una.

Al descubrir cómo los restos de Flergen se consumían, Hans decidió regresar a Thalassia. Podía sentir todo lo que se avecinaba. Podía intuir las acusaciones infundadas. Si Erik no regresaba pronto o no daba señales de vida, la Academia y todo su pueblo estarían en graves problemas.

Y así fue. Al menos durante un oscuro y largo año. Al menos hasta que lo oculto en las profundidades de aquellos innavegables mares regresó a la superficie y recordó a los continentales cuáles eran sus verdaderos miedos.

Bienvenidos a Leyendas y Elementos.

Bienvenidas a La Ciudad del Fuego Eterno.

Lo dije en alguna reseña anterior, y lo vuelvo a decir ahora: hasta el momento, no me he encontrado con un reto más difícil que leer a un amigo y reseñar su obra. Siempre intento ser imparcial en mis opiniones, decir cosas tanto buenas como malas y tratar de dar una visión global de un libro sin destriparlo, pero también sin quedarme demasiado en la superficie. Pero siempre hay novelas difíciles de reseñar, y para mí esta ha sido una de ellas: me gustó muchísimo, y aún me gustó más tras leerlo una segunda vez. Sin embargo, he tratado de hacer la reseña quedándome con qué me pareció con solo una lectura, porque la visión después de releerlo cambió en algunos aspectos y la novela se enriqueció aún más.

La ciudad del fuego eterno es una novela de género fantástico que tiene dos temas principales: por un lado, el viaje de Matt Meriens en su cambio de vida al dejar de ser contrabandista y empezar a estudiar; por otro lado, las peripecias de Hans Laurie, que van de la mano con secretos de Estado, tradiciones, robos, lucha entre gobiernos… Por ello, esta novela se caracteriza por la dualidad de la temática, ya que nos encontramos con una parte tranquila y otra parte de más acción y más oscura.

"Se quedó de pie mientras el silencio de la soledad se apoderaba de la habitación".

El libro en general no está especialmente cargado de acción, ya que en esta primera parte de trilogía se asientan las bases del universo creado por el autor y, por tanto, no hay tanta acción y sí más capítulos algo más tranquilos para que el lector pueda comprender el universo y las leyes que el autor ha creado para él.

Sin embargo, también usa la acción como excusa para desarrollar una explicación posterior. Es decir, pone a los personajes en peligro y, cuando la tensión pasa, se explica qué ha ocurrido y por qué. Esto creo que jugó muy a favor de la novela, porque la hace dinámica y adictiva a pesar de que haya tantas cosas por explicar. Por otro lado, conecté tanto con los personajes (en especial con Matt) que incluso los fragmentos de menos acción me enganchaban. Solo quería saber más y más, y ver qué era lo que les ocurría.

Lo que más me gustó de esta novela fueron dos cosas: su universo y sus personajes. Del universo hablaré después, así que ahora quiero comentar lo segundo.

Me sorprendió muchísimo la gran variedad de personajes que hay en esta novela y lo bien interpretados que están todos. A pesar de ser la primera novela del autor, Samuel supo crear un elenco de personajes tan numeroso como variado. Y, a mi parecer, no cojeó en ninguno. Hay personajes divertidísimos, tiernos e inocentes, rudos, etc., además de haber también escenas protagonizadas por altos cargos de gobierno, por lo que tienen diálogos más serios y educados. Pero el autor fue capaz de amoldarse a cualquier situación, e interpretó a la perfección a sus personajes dándoles voz en diálogos naturales y muy bien llevados.

Personalmente, me encantó el protagonista, Matt, y cómo evoluciona a lo largo de la novela. Cómo es al comenzar no se parece casi nada a cómo es cuando termina, pero el cambio no es brusco ni instantáneo, sino que él evoluciona de forma natural, poco a poco, sin que resulte repentino para el lector.

"Algunos jirones de niebla se resistían a diluirse y danzaban por las esquinas".

Sin embargo, mi absoluto favorito fue Tom Zarowa, personaje principal de las escenas más divertidas y de las conversaciones más graciosas. Supuso un punto de tranquilidad en medio de una trama oscura y misteriosa, y creo que fue todo un acierto por parte del autor crear un personaje así, dotado de naturalidad y desenfado, en contraposición al carácter más reservado y tímido de Matt.

Otro aspecto que me gustó mucho en relación a los personajes es que no hay relaciones románticas gratuitas. A esta novela no le hace falta una trama amorosa y el autor no la ha forzado. Me da rabia cuando, en un libro que no necesita para nada tramas románticas, el escritor o la escritora las introduzcan a la fuerza, como si un libro sin este tipo de tramas fuera peor o algo por el estilo. En La ciudad del fuego eterno se ha respetado esta no-necesidad, y es algo que he agradecido enormemente.

 

Con respecto a los personajes, sí que le vi un fallo a esta novela: algunos personajes son muy profundos y están perfectamente explicados, pero otros se dan por entendidos y al final resulta un poco confuso. Quizá se nombra un personaje por encima al principio de la novela, y 100 páginas después vuelve a aparecer sin que se den demasiadas explicaciones sobre quién es, con lo que el lector se puede llegar a confundir. Yo me frustraba bastante al sentir que no me estaba enterando de quién era quién. Por el contrario, Samuel se detenía a explicar otros personajes a la perfección, presentando su historia y su personalidad y permitiendo que el lector pudiera conocerles sin problemas. Así que, en ese sentido, este libro cojeó un poco.

En cuanto al estilo, he de admitir que fue lo que menos me convenció del libro, a pesar de que tiene sus momentos de brillantez. Se nota que es la primera novela del autor y que aún no ha encontrado del todo su voz, porque la narración es muy desigual y se pueden apreciar bastantes cambios conforme pasan las páginas. Hay fragmentos con un estilo más cuidado y con frases bellísimas, pero también hay partes con un estilo mucho más sencillo y con oraciones muy cortas. No me molestó a la hora de leer, pero sí que me llamó la atención la variedad de estilo en una misma novela. Aun así, creo que Samuel tiene talento para escribir y que, conforme siga adelante, encontrará su estilo y lo pulirá.

"Las ilusiones de lo que alguna vez fueron sus sueños comenzaron a apagarse poco a poco".

La novela está narrada enteramente en tercera persona y en pasado. Pero no es un narrador omnisciente, sino que describe las escenas y los sentimientos en función de lo que saben o piensan Hans y Matt. Así que, a pesar de estar en tercera persona, el tipo de narración permite al lector sumergirse en la mente de los dos protagonistas. Esto me ayudó a empatizar muchísimo con Matt desde la primera escena, así que durante toda la novela disfruté enormemente de este personaje y de lo que le iba sucediendo.

Aparte de los personajes, otro de los elementos que más me gustaron de esta novela fue su universo, no solo físicamente, sino todas las leyes inventadas y todos los procedimientos de lucha que creó el autor. Esta novela está ambientada en un mundo ficticio donde se presentan varios reinos y estados. Aunque al principio los nombres me resultaron muy confusos, conforme fui leyendo me acostumbré y le cogí el tranquillo.

Me gustó mucho todo lo referente a la universidad y al estudio del Elementalismo. Aunque al principio no me pareció algo muy original (el dominio de los cuatro elementos –agua, tierra, aire y fuego- no es algo nuevo), la forma en que Samuel lo desarrolló me sorprendió. No se queda en lo típico sobre este tema, sino que va mucho más allá y lo adecúa a su novela de una forma increíble.

"Las palabras brotaban de su boca con fluidez, buscando ser libres. Buscando a alguien que las escuchase de una maldita vez".

En resumen: La ciudad del fuego eterno ha sido una muy buena lectura para mí. Es del género que más me gusta, fantasía, pero además tiene otras cualidades que la colocaron directamente entre una de mis mejores lecturas de este año. Es un inicio de trilogía y, sin duda, el autor ha sabido crear una primera parte que engancha y que deja al lector con ganas de saber qué más ocurre. Pero una de sus grandes virtudes es que, además de los elementos fantásticos propios del género, La ciudad del fuego eterno cuenta con otros aspectos que pueden hacerla atractiva para otro tipo de lectores: la vida en la universidad, relaciones amorosas muy bien llevadas, amistad, pequeñas dosis de humor y una gran naturalidad en los diálogos y en los personajes. Sin duda, una novela que recomiendo.